lunes, 29 de julio de 2013

EL YO (LA ILUSION MAS GRANDE DEL PENSAMIENTO)

El pensamiento inventa al pensador, es su principal ilusión o fragmento. El “Yo” que se ubica en el centro de escena y es el observador, el gran censor de todos nuestros pensamientos y acciones.

El “Yo” es la idea, el recuerdo, la conclusión, la experiencia,  el constante  empeño por ser o no ser. La idea de grupo, lo individual, el esforzarse.
El “Yo” es la causa de la división,  nos encierra en nosotros mismos. Es el proceso de registrar o nombrar cualquier experiencia.
El Interés propio es la búsqueda de seguridad del “Yo”. Así genera una valla de autoprotección, que nos aísla de los demás con el objeto de no recibir  heridas.
El “Yo”, como todo producto del pensamiento, es pasado.
La estructura del YO solo existe cuando se registra lo que no es  necesario.
El “Yo” también implica el  tiempo psicológico de “llegar a ser  algo…”.
La violencia física y psicológica es la afirmación del “Yo”. También lo son la dominación y la sumisión.
El “Yo, que es una ilusión, crea la separación entre él que es el observador y lo que observa. Hay un experimentador, separado de la experiencia. Cuando no está el “Yo”, solo hay observación o experiencia.
A todos nos asusta no ser nada, disolver el “Yo”.
“Yo”: proceso de acumular y reconocer como un centro.
Si no hay un devenir (búsqueda de un resultado) no hay actor, entonces solo queda la acción (sin lucha y sin el “experimentador” o el “Yo”).
El “Yo” es un fragmento, con el que no se puede ver de un modo total, sino siempre limitado  y condicionado.
El “Yo” se construye y fortalece mediante todo deseo de grandeza, de verdad o virtud. Y mientras exista ese “Yo” que busque convertirse en algo, toda acción será conflictiva (dual).
El “Yo” busca separarse del  pensamiento (asume el papel de pensador) para poder justificar todo. Esa justificación, es una separación o evasión de “lo que es”.
El “Yo” es un instrumento ilusorio con el que vemos la realidad. Es evidente que no sirva para poder seguir la verdad.
El “Yo” es un problema que el pensamiento no puede resolver (es el que lo originó). Solo queda darse cuenta, sin buscar ninguna solución.
Estamos educados para potencias esa imagen del “Yo”, de que somos individuos o almas separadas

“YO” soy responsable de todo el caos presente. “YO” repetido en millones y millones de partículas con la ilusión de ser separadas, distintas, únicas. El “Yo” es un movimiento ciego, sin inteligencia, de supervivencia y perdurabilidad en el tiempo psicológico: teoriza, fabrica ideales prospectivos como “la esperanza de un futuro mejor”.
Es imposible que el pensamiento psicológico sea impersonal. Puesto que su propia naturaleza es personal. Pero la piedad, la compasión o el amor, son impersonales. Son expresiones de la vida del ser humano (no del hombre), expresiones de la inteligencia, no del  “YO”.
¿Cómo puedo “YO” pasar la barrera psicológica si “YO” mismo soy la barrera?
Donde hay “YO” hay conflicto. EL “yo” es conflicto. Y no ver eso, con absoluta claridad, es la fuente mayo de todos lo conflictos.
YO soy contradicción, la negación del ser humano total e integro.
El YO incluye lo animal heredado y lo social adquirido. Es el centro desde donde surge la raíz del conflicto: tiempo y pensamiento. Ese centro es el que debe comprenderse con total lucidez, pero eso solo es posible en la ausencia del YO. Esto es cuando cesa el pensamiento, en el ahora sin tiempo, en el contacto directo con lo que pasa.
Un individuo es una entidad integra e indivisible. Pero la mayoría no somos individuos, estamos fragmentados interna y externamente, somos meras piezas de un sistema. Un fragmento nuestro asume la autoridad sobre todo los demás, como analizador y a eso lo llamamos YO. Esto genera contradicción, viendo a través de fragmentos, sin poder observar la totalidad.
El YO es un cúmulo de mitos (dinero, posición, ideas, creencias) y si nos damos cuenta de esos mitos, el YO se hace trizas.


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